Hola chic@s!
¿Sabéis esa sensación cuando observas una prenda comprada, la miras y remiras por dentro, te vienes arriba y te dices :"Bah!, eso me lo hago yo con la gorra"?
Pues así empezó la historia de mi nuevo traje de flameca.
Vaya por delante que yo no tengo casi ni idea de patronaje, al menos de señora, pero después de mirar el último vestido de flameca que tenía (comprado) y estudiar sus interioridades me lancé a la piscina y saqué el patrón colocando la prenda directamente sobre una tela. Vamos, que el método es bastante poco ortodoxo, pero allá que fui.
Tras una muselina que me quedó más o menos apañada y con ayuda de mi madre para ajustar el vestido en las partes en las que no me veía, me corté y cosí el vestido en unos cuantos ratos que fui arañando al reloj.
Sabéis que coso poco para mí, pero una serie de factores se unieron para tomar la decisión final de coserme un nuevo vestido: la primera, y la que más peso tuvo, era que el vestido del año pasado me quedaba bastante apretado, así en modo morcón. La segunda era que las niñas estaban apañadas. Elena llevaría el vestido de la hermana, e Irene uno de mi prima. Con lo cual me lancé a coser sin ningún remordimiento.
Para esta ocasión y después de un par de vestidos con unos estampados muy llamativos, me apetecía volver al clásico vestido de lunares. La hechura, que como os he comentado es copiada de mi anterior vestido, es bastante cómoda, pues marca la figura lo justo y necesario para permitir andar cómodamente gracias a la forma evasé que adopta el final del cuerpo.
La falda se compone de dos volantes montados sobre una falsa faldilla de nejas y cancán para dar un poco más de volumen. Los volantes está rematados con un encaje de bolillo a juego con la tela.
Elegí una tela de satén-lycra en color bugambilla-vino rosado, que es un infierno de fotografiar porque el color varia con la luz que le dé. Los lunares son de color crudo y al verdad es que el contraste me encantó. He tenido que hacer malabares porque en el rollo solo quedaban 5'40 metros, que para un traje de flamenca de señora es un cantidad bastante justita. De hecho me ha sobrado un pequeño trozo, que guardo por si en el futuro hay que hacer algúan arreglo.
La pega que sí le pongo a la tela es que se arruga con solo mirarla. Cada vez que planchaba una costura, se arrugaba por otra parte. Y después de estar sentada, parecía un higo. El poco de elastán que lleva la tela lo hace muy cómodo pero si es verdad que al levantarme después de estar mucho tiempo sentada la parte del culete da un poco de sí. Supongo y espero que al lavarlo la tela vuelva a su ser.
Con todo, yo he ido muy feliz con mi vestido hecho por mí a pesar de que tiene algunos fallos y de que el patrón lo hice así de aquella manera. ;)
No me preguntéis qué estamos haciendo en esta foto (jejeje) pero era en la que mejor se veía el vestido por la espalda y el vuelo tan bonito que tiene el bajo y el escote de la espalda.
Pues hasta aquí la entrada de hoy. Espero que os haya gustado. Yo he lucido mi vestido orgullosa por el Real de la Feria y con eso me quedo. Aún quedan tres días de Feria por si algun@ se anima a venir.
Un besote.